Los Páramos

En las regiones tropicales, existen ecosistemas que se ubican entre la línea de nieves perpetuas y las de bosque de dosel cerrados. Estos se encuentran dispersos en las altas cumbres de montañas tropicales de Sur América, Centro América, sur de Norte América, Hawaii, Africa, Malasia y Nueva Guinea. Regionalmente , estos ecosistemas reciben diferentes nombres. Zacatonales (Norte de Méjico y Guatemala), Páramos (Centro y Sur América), Puna (norte de Perú), Falca (Altiplanos secos de Los Andes centrales, ecosistemas Afro-Alpinos (Africa) y bosques alpinos tropicales (Malasia) (Luteyn 1999).

El término vegetación alpina aplicado a estos ecosistemas, no se ajusta a las características climáticas propias de los ecosistemas de alta montaña tropicales, por ser un término derivado de áreas temperadas. Por esta razón, muchos autores han preferido el uso del término páramo en un sentido amplio, aplicando a todos los ecosistemas tropicales de alta montaña este término, unido a un adjetivo que denote su ubicación geográfica, (ejemplo, páramos africanos, páramos americanos). Para propósitos de esta Flora, usaremos el sentido regional de páramo, refiriéndonos a los ecosistemas de alta montaña del centro y norte de Sur América (Figura I).

Los primeros europeos que visitaron este ecosistema, encontraron una gran similitud entre estos y las planicies de pastizales de castilla central, los páramos españoles. La palabra páramo tiene origen en la palabra latina paramus, la cual se refiere a “cualquier lugar frio y desamparado (Real academia española, 1970 ).

FiguraI. Distribución actual de Los Páramos (Luteyn, 1999)
FiguraII. Area ocupada por los páramos durante la última glaciación y en el presente (van der Hammen, 1986)
La distribución altitudinal de la biota de la cordillera de Los Andes, especialmente la biota de los páramos, es el producto evolutivo de la historia geológica de esta cordillera (Figura II). Mediante registros palinológicos (van der Hammmen y Cleff, 1986) se ha hallado evidencia de que la vegetación precursora de los actuales bosques de páramo (pre-páramo) posiblemente se remonta al Mio-Plioceno, y puede tener diferentes orígenes: 1. a partir de vegetación procedente de los embriónicos "paramillos" y del bosque andino (elementos Neotropicales); 2. elementos Austral-antárticos que migraron por la Cordillera de Los Andes; 3. elementos Holárticos que arribaron a través del Itsmo de Panamá.
Durante el Plioceno-Holoceno ocurrieron levantamientos de La Cordillera de Los Andes a alturas de 2000-3000 m. Es en este período donde se han realizado los primeros registros de vegetación típica de páramos, sin embargo, el número de especies de plantas era menor al que se encuenta en los páramos actuales. Estas comunidades vegetales han sido descritas como vegetación de proto-páramo. En esta época nuevos elementos florísticos fueron añadidos a esta vegetación, especialmente taxa provenientes de zonas temperadas de distribución amplia. A la flora del páramo también arribaron elementos de distribución amplia de orígen, tropical y cosmopolita (van der Hammmen y Cleff, 1986).

Posteriormente, al alternar períodos glaciales con interglaciales, los límites del bosque de páramo sufrieron cambios, produciendose períodos de distribución restringida en “islas biogeográficas” seguidos de períodos de distribución amplia, en los cuales los taxa aislados podían dispersarse a nuevas localidades. En Colombia, los límites de los cinturones de bosques han variado desde el período pleniglacial inferior hasta el Holoceno, variando la amplitud de los bosques de páramo.

Los páramos presentan un clima frío y húmedo, con súbitos cambios en el estado atmosférico y, aunque la fluctuación de temperatura anual es pequeña (2 a 10 °C) los cambios de temperatura diaria varían desde el punto de congelación hasta los 30°C, estas fluctuaciones producen un ciclo diario de congelación, aumento de temperatura y fuerte exposición a la radiación solar que algúnos autores han descrito como un “verano cada día-invierno cada noche” (Chardon 1938). Estas condiciones climáticas se hacen más severas al aumentar la altitud. Las condiciones altitudinales y climáticas extremas producen fuertes presiones de selección en la comunidad vegetal, la cual debe estar adaptada para: 1. aire con menor humedad relativa y menor presión parcial de gases como CO2; 2. cambios extremos de temperatura ambiental; 3. intensa radiación ultra-violeta; 4. cambios rápidos en insidencia de luz solar, produciendo una rápida adquisición o pérdida de calor; 5. aumento de la transpiración, producto de una atmósfera sérica; 6. reducción del recurso hídrico debido a la combinación de bajas temperaturas, transpiración intensa durante períodos de exposición a la alta radiación solar, alta acidez del suelo y alta presión osmótica del suelo que dificulta la absorción de agua por las raíces y 7. daño físico por congelamiento; (Acosta-Solís, 1984; Cleeff, 1981; Little, 1981, Vareschi, 1970; Luteyn, 1999).

La actual convergencia de diferentes taxa no relacionados en diversas adaptaciones, como respuesta a los factores climáticos evidencia las fuertes presiones evolutivas que han actuado sobre la vegetación de este tipo de bosque. En taxa filogenéticamente no relacionadas encontramos especies que convergen en su forma de crecimiento, por ejemplo, en forma de roseta, arbustos enanos, cojín, macoyas y plantas geófitas. Como adaptaciones morfológicas encontramos convergencias en la presencia de médula, y producción de hojas micrófilas. Estas fuertes presiones de selección, unidas a una historia compleja de aislamientos geográficos seguidos de períodos de dispersión durante los períodos glaciales en los que el rango de distribución de los páramos se hace mayor, uniendo las “islas biogeográficas”, han originado luego de por lo menos cuatro millones de años de evolución mas de 30 géneros endémicos (cerca del 10% del total), y en la Cordillera Oriental cerca de 250 especies endémicas (cerca del 35%) (van der Hammmen y Cleff, 1986).


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